¿Por qué mi pareja ya no me acaricia como antes, íntimamente? Ya se lo he preguntado, pero lo que me responde es que lo entienda…

 

La vida íntima tiene diferentes nutrientes, que vienen dados de formas, momentos y espacios distintos. Dos mundos buscando coincidir a través de un contacto profundo por medio de un lenguaje que parece ser universal, pero resulta ser muy personal y privado. 

El primer paso que nos inclina a un vida íntima sana es conocernos a nosotros mismos, conocer nuestras creencias y expectativas, tener claro qué esperamos de nuestra pareja y qué esperamos de nosotros; qué estamos dispuestos a negociar y qué es algo que no sería tolerable. 

Los ciclos del amor íntimo son como bailes espontáneos intercalados de intencionalidad y pausas. Los movimientos y su ausencia son energía vital que le da continuidad a la relación de pareja. Somos seres con necesidades e intereses que van cambiando con el paso del tiempo.  

La riqueza en la vida íntima se fortalece por nutrientes como la comunicación. Asumir lo que el otro piensa, siente y hace nos lleva a distanciarnos y a ver la realidad desde una perspectiva limitada. 

Propiciar momentos de vulnerabilidad para expresarse respecto a las necesidades e intereses personales y beneficios para la pareja, es de suma importancia para sentir que el camino transitado es de mutua dicha.